Canchita Chica

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MEDIO DEPORTIVO

27 julio, 2024

El excombatiente de Malvinas que encontró en el fútbol su cable a tierra

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Jorge Omar Linardi es Veterano de Malvinas y director técnico de fútbol en Sampacho. Hace más de diez años, luego de mucho trabajo y superación, logró abrir su propia escuela de fútbol llamada “2 de abril”. “La escuelita me ayudo a seguir en contacto con el fútbol. Estoy orgulloso de tener este espacio en donde les enseño a jugar fútbol y también les transmito valores a los chicos”, expresó el excombatiente.

Por Candelaria Vidart

Desde muy chico ya el fútbol era su pasión. “Jugábamos al futbol con una latita o armábamos una pelota de trapo, yo vengo de un barrio humilde y no había a veces para una pelota, era una realidad”, dijo el director técnico. Tanta fue su pasión que empezó a jugar en el club de su pueblo y a los 15 años debuto en primera de Atlético Sampacho.

A finales del año 1981, a dos meses de haber finalizado el secundario y con apenas 18 años, Jorge Linardi tuvo que incorporarse al servicio militar obligatorio en Sarmiento Chubut. “Te sorteaban. Mi número fue el 574 por lo tanto me toco sumarme al ejército, sabía que no había posibilidad de salvarse ya que físicamente estaba apto para hacer el servicio militar”, contó Linardi. Pocos meses más tarde, en aquel recordado 2 de abril fue uno de los jóvenes argentinos que zarpó rumbo a Malvinas como soldado conscripto.

Esa pasión futbolera se vio truncada por el servicio militar obligatorio y postergada por las consecuencias que genera haber sido uno de los tantos jóvenes argentinos que le tocó combatir en Malvinas.  Tras esa terrible experiencia como soldado, cuando volvió a su querido Sampacho el dolor no dejaba lugar para el fútbol.

El fútbol, un cable a tierra

Luego de la guerra, muchos excombatientes tuvieron dificultades para reinsertarse a la sociedad. En algunos casos, el deporte se convirtió en una vía de escape y punto de encuentro para varios de ellos, tal como ocurrió con Jorge Linardi, quien encontró en el fútbol ese cable a tierra necesario para rearmar su vida.

Después de un tiempo, cuando nacieron sus cuatro hijos varones y con 25 años volvió a jugar al fútbol. Estando en el club, los dirigentes lo invitaron a dirigir una categoría. “Estaba mi hijo que era de categoría 85 y no tenían quién los dirija, y bueno empecé a dirigir.  Estando en el club me entusiasme mucho. Era un grupo bárbaro de chicos y de padres que me acompañaban. La verdad es que encontré un cable a tierra en eso, era otra contención más”, afirmó Jorge. El sampachense se entusiasmó tanto que hizo un curso de técnico nacional y comenzó a trabajar en el club en donde dirigió esa categoría durante diez años.

Después asumió el desafío de dirigir todas las divisiones infantiles y juveniles del club Atlético Sampacho. Con esa experiencia pasó a ser el DT de la primera, logrando el campeonato y ascenso a Primera A de la Liga Regional de Fútbol de Río Cuarto. “Me dio una experiencia de vida bárbara, a tal punto que hasta el día de hoy sigo vinculando con el fútbol”, afirmó el director técnico.

Después de haber hecho carrera como DT en el club, Jorge Linardi decidió que ya había cumplido un ciclo allí y empezó a generar su propio espacio de formación. Consiguió un terreno donde armó las canchitas chicas y largó con su escuelita de fútbol “2 de abril”.

Con más de una década de funcionamiento, la escuelita es un espacio para muchos chicos de la localidad. Actualmente reúne un promedio de 70 a 80 chicos de 4 a 14 años, lo cual le permite a Jorge seguir trabajando de una actividad que disfruta. “La escuelita me ayudó a seguir en contacto con el fútbol. Estoy orgulloso de tener esta escuelita en donde les enseño a jugar y también les transmito valores a los chicos”, manifestó el sampachense.

Los chicos que concurren a la misma hacen encuentros con otras escuelas de fútbol en diferentes zonas de la provincia. Gracias a esos intercambios este proyecto de fútbol recreativo y formativo creció un montón y le permitió a Jorge armar un complejo con una cancha sintética. “La verdad es que para mí era un sueño tener esta posibilidad, fueron años de trabajo.  Yo salía de mi trabajo en el banco y agarraba la cuchara de albañil, pintaba o acomodaba las canchas. Si no te esfuerzas o sacrificas muchas veces los recursos no te alcanzan”, afirmó Linardi. Actualmente, se desempeña como DT en la escuelita junto a Gabriel, uno de sus hijos.

Su escuelita y un nombre con historia

El nombre de su escuelita de fútbol no es casualidad, sino la causalidad de lo que le tocó vivir, un nombre que está cargado de historia. Ese día de 1982 Jorge formó parte del escuadrón aéreo de apoyo. “Yo llegué en avión a Malvinas, me tocó desembarcar en Puerto Argentino y posteriormente formé parte de una fuerza que recuperamos en Darwin, lugar donde hubo un importante combate, muchos caídos y a mi compañía la cruzaron a Bahía Fox, cruzamos el estrecho y ahí fue donde me dejaron definitivamente hasta que terminó la guerra”, recordó Linardi.

Habían vivido una experiencia muy dura, la experiencia que les tocó vivir en el conflicto como en toda guerra no fue fácil. A partir del 1 de mayo de 1982 comenzaron a bombardear los ingleses y Jorge con los demás soldados permanecieron viviendo en un pozo. “No fue fácil, no solamente por la situación de los bombardeos, ataques de aviones y de helicópteros sino también la misma situación que vivíamos nosotros”, expresó el sampachense. Pasaban frío, en 74 días no tuvieron la oportunidad de bañarse, con la ropa puesta que fueron a Malvinas fue la misma con la que volvieron y la comida escaseaba. “No me estoy quejando, se hacía lo que se podía, sabíamos que teníamos que acomodarnos a la situación, éramos muy jóvenes y tuvimos que madurar muy de golpe”, expresó el excombatiente.

El 14 de junio los ingleses desembarcaron y lo tomaron prisionero. “Nosotros estábamos agotados física y anímicamente, no era vida”, recordó el ahora director técnico. Cuando estuvo prisionero conversaba con los demás soldados y todos querían que la situación se resolviera de una vez por todas.

Cuando se dio la orden de rendición de las fuerzas, los soldados estaban en una situación de aislamiento y en primer momento todo era muy confuso para ellos. “Decían que no había sido una rendición, que fue un cese de fuego acordado; en realidad se había combatido hasta el límite y la situación no daba para más”, dijo Jorge.

Una vez terminado el conflicto el sampachense fue embarcado por los ingleses en el buque Norland, y allí llegó a Puerto Madryn el 21 de junio. “Me acuerdo que fue esa fecha porque el día anterior fue el día del padre, y me quedo grabado porque el capitán del barco nos decía que era el día el del padre y nos deseaba feliz día para nuestros viejos, que no sabían que había pasado con nosotros”, contó el excombatiente de Malvinas.

En esa época cuando sucedió la guerra poder comunicarse no era tan fácil como lo es hoy en día. Jorge hacía alrededor de 10 o 15 días que estaba en el continente y sus padres no sabían nada de él y tampoco tenía dinero para comunicarse. “A nosotros nos hicieron entrar por la puerta de atrás, también nos aislaron casi un mes para recuperarnos. Yo tenía infecciones en las piernas”, aseguró el sampachense. Hasta que por suerte consiguió hablar con un compañero que no había ido a Malvinas y le pidió que mandara un telegrama a sus padres para avisarles que estaba vivo. “Mi papá me contó que cuando vieron llegar al jefe del correo con un telegrama estaban un poco contentos, pero hasta no leerlo no sabían, porque también te mandaban uno para darte una mala noticia, que no habías vuelto. En mi caso gracias a Dios estaba todo bien”, relató Linardi.

El regreso a casa

Después de tanta espera le dieron 20 días de licencia y volvió a su casa, dónde se dio ese reencuentro tan esperado con su familia. Jorge vivía a cuatro o cinco cuadras de la terminal de colectivos, su llegada a Sampacho fue de madrugada, se bajó en la terminal y salió corriendo para llegar cuanto antes a su casa. En el camino se cruzó a mucha gente del pueblo que lo quería parar y él lo único que quería  era llegar a su hogar y ver a su familia. “Cuando llego al pueblo mi mamá estaba tomando mates y le pidió a mi papá que saliera a la calle porque sentía que alguien venía. Mi viejo sale y era yo que estaba volviendo a casa”, revivió Jorge emocionado. Luego de esos 20 días de licencia y a pesar de todo lo vivido tuvo que volver al sur a terminar el servicio militar de un mes más hasta que finalmente le dieron la baja definitiva.

“Nosotros acá en el pueblo tenemos un héroe, tuvimos un caído, un amigo de la infancia de la juventud, Arnaldo Enrique Zabala quien murió el 28 de mayo en el combate de Darwin. Y por eso nosotros tenemos la obligación, la mochila que nos quedó de aquello: que no se olviden de nuestros caídos”, contó Linardi.

Con una guerra a cuestas Jorge pudo encontrar en el deporte un punto de partida para rehacer su vida. Después de todo lo que tuvo que pasar como excombatiente de Malvinas tuvo la fuerza para reencontrar su pasión por el futbol, deporte que él define como su gran cable a tierra después de ese trauma de pos guerra.

Jorge Linardi es uno de nuestros héroes, de esas personas que siempre dejan una enseñanza y que ahora disfruta siendo DT en su escuelita de fútbol. Una persona que a pesar de las dificultades formó una gran familia con cuatro hijos y tres nietos.

Ahora desde su lugar en el mundo, en su Sampacho querido continúa entrenando en su escuelita y lo seguirá haciendo. “Esperemos que sigamos así, siempre para adelante por este camino de vida”, concluyó Jorge.

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