Carlos Colaut: “Fui un espejo, un faro, un abrazo cuando más hacía falta”

Carlos Colaut no se propuso ser entrenador de cestoball. El deporte lo eligió a él. Y lo hizo con fuerza, con giros del destino, con vínculos que se entrelazaron hasta transformar una vocación en forma de vida.
Por Federico Esmael Illa
Nacido en Villa Mercedes, San Luis, Colaut es hoy el director técnico del equipo de cestoball de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), y uno de los principales referentes del deporte en Córdoba. Pero su historia comenzó mucho antes.
Desde chico, el deporte fue parte de su vida. Jugó al básquet, al fútbol, hizo natación y en la secundaria se sumó a los equipos escolares de voleibol y handball. Ya a los 15 años dirigía mini básquet, y nunca más soltó el rol de formador. “Fui entrenador desde muy joven. Después, en el profesorado, tuve cestoball como materia. La titular, Susana Gómez, vio en mí condiciones para colaborar con la disciplina. Tiempo después, junto con Mirtha Prieto de Imberti, me ofrecieron dirigir la selección de cadetas de San Luis. Me entusiasmó la idea. También influía Daniela Celdrán, mi pareja de entonces, una entrenadora muy reconocida en formativas”.

En paralelo, su camino en el básquet iba en ascenso. Llegó a dirigir en la Liga Nacional B (hoy Liga Argentina). Pero el cestoball le ofrecía algo distinto. “Me atrapó por su parecido con otros deportes, por el espacio para innovar, para aportar ideas nuevas”.
El momento que marcó su vínculo definitivo fue en 2005, cuando dirigió a San Martín de Villa Mercedes en su primera Liga Nacional. “Ahí sentí que esto era lo mío. Mi hija tenía 12 años y jugaba. Soñaba con que pudiera tener un camino similar al mío en el básquet. Veía una posible proyección profesional en el cesto. Pero el contexto del país, la idiosincrasia del deporte y la falta de eco en otros pares hicieron difícil sostener ese sueño”.
- ¿Qué te motivó a dar el paso de jugador a entrenador?
- “Porque ya no me convocaban, jajaja. Pero también porque vi que podía ser protagonista desde otro lugar. Después entendí que el verdadero protagonismo del entrenador es silencioso, invisible. No se trata solo de ganar: se trata de formar personas”.
En 2023, luego de un año sin dirigir, recibió una propuesta inesperada: hacerse cargo del equipo de cestoball de la UNRC. “Fue una gratísima sorpresa. El contexto universitario, el equipo, el sentido de pertenencia… todo me renovó. Me desafió a buscar nuevas herramientas, a crecer. Como entrenador y como persona, evolucioné muchísimo”.

El proceso se consolidó en resultados: un histórico 5º puesto en la Liga Federal, la mejor actuación de un equipo cordobés de mayores en dos décadas. “La preparación fue muy intensa, jugamos 42 partidos entre oficiales y amistosos, viajamos todo el año. Me alcanzaba con clasificar entre los ocho primeros, pero el equipo me dio más. Fue una emoción imposible de explicar”.
A eso se sumó la consagración en el Torneo Apertura cordobés, confirmando la solidez del grupo. “Era una vara alta y la superamos con compromiso. Ese título reivindica todo lo hecho el año anterior”.
De todos los partidos, hay uno que quedó marcado a fuego: el debut en la Liga Federal. Tras la derrota, sintieron un golpe que los obligo a replantear todo. “Cambiamos el plan, ganamos los siguientes cuatro, y llegamos a semifinales. Fue una gran enseñanza”.

Pero para Colaut, el resultado es solo una parte del proceso. Su filosofía de trabajo tiene raíces profundas:
“Entreno para formar personas fuertes, resilientes, conscientes de sí mismas y de su entorno. Valoro el vínculo emocional, porque la confianza genera compromiso. Mantengo disciplina con empatía. Y lo que hago me apasiona. Esa pasión se contagia”.
El costado emocional está presente en cada paso. Conoce a sus jugadoras, sus contextos, sus sueños. Trabaja con profesionales del coaching deportivo y social. Y está siempre cerca, con empatía. “En la mayoría de los casos, la relación que se construye queda para toda la vida. Me emociona verlas crecer dentro y fuera de la cancha”.

A su lado, lo acompaña un cuerpo técnico clave: José Farías como preparador físico y asistente técnico; Daniela Ceballo, Claudia Pereira y Evelin Pereyra como oficiales de mesa y delegadas. Juntos fueron designados para dirigir la selección cordobesa femenina de primera división en el Campeonato Argentino de Selecciones, que se disputará en El Dorado, Misiones, del 23 al 27 de julio. En esta oportunidad se suma también Jonathan Gatica como delegado.
- ¿Qué consejo le darías a una jugadora que quiera ser entrenadora?
- “Que se capacite. Que escuche. Que se equivoque y aprenda. Que ame lo que hace. El cestoball le va a dar más que un resultado.”
Desde la UNRC, Colaut mira al futuro: seguir desarrollando el equipo, sumar inferiores, armar grupo masculino y ser sede de la próxima Liga Federal. “Eso nos obliga a estar a la altura. Y nos ilusiona”.
Su lectura del cestoball hoy es clara. “Córdoba está en proceso de reorganización. Tiene talento, potencial, llegada a estudiantes. A nivel nacional, hay que generar más oportunidades de acceso, capacitaciones, ligas equitativas. Creo en el cambio. Otros deportes lo hicieron y hoy tienen frutos exponenciales”.
Y cuando piensa en el legado que quiere dejar, responde con firmeza: “Mostrar que se puede soñar y realizarlo. Que hay un camino posible”.

Para cerrar, se le pide que le hable al Carlos que recién empezaba. Y no esquiva la emoción. “No tenías idea de todo lo que venía, pero empezaste igual, con el corazón por delante. Te equivocaste, dudaste, te rompiste… pero también aprendiste, creciste, sanaste y tocaste muchas almas. No eras solo un entrenador. Fuiste un espejo, un faro, un abrazo cuando más hacía falta”.
Para Carlos Colaut, el cestoball no es un simple juego. Es una forma de estar en el mundo. Una herramienta para transformar, para encender lo mejor en los otros. Y, sobre todo, una manera de dejar huella, dentro y fuera de la cancha.